CRUZANDO EL RIO,,,(CUENTOS PARA CONTAR ANTES DE DORMIR)
Los cafres del África estaban afilando sus cuchillos. Los habitantes de la aldea sabían que ésta era una señal de disturbio y guerra.
Sabían que el Sr. y la Sra. Braine, los misioneros blancos, estaban en peligro.
Algunos nativos amigos les aconsejaron que se fueran rápidamente a otra aldea. Sabían que no podrían proteger a los misioneros y defenderlos de esa numerosa turba airada.
Aunque estaba lloviendo copiosamente, los esposos Braine se prepararon para salir en seguida. En un carro tirado por bueyes viajaron a través de los campos, rumbo al río.
En la aldea del cacique, del otro lado del río, estarían seguros.
Después de haber viajado un rato, oyeron que alguien corría. Miraron hacia atrás y vieron a un muchacho nativo que venía hacia ellos.
El muchacho exclamó: “La lucha ha empezado ya en la aldea. Algunos hombres crueles vienen para matarlos a ustedes”.
El misionero se dio cuenta de que tendría que apurar mucho a sus bueyes si quería cruzar el río antes de que los nativos los alcanzasen.
Después de recorrer unos pocos kilómetros más, se encontraron con algunas personas de otra villa cercana. Esos nativos les preguntaron: “¿Adónde van?”
La Sra. de Braine contestó: “Vamos a la aldea del cacique para pasar allí la noche”. Los nativos dijeron: “No podrán llegar vivos allá.
Los cafres los matarán antes de que puedan cruzar el río”.
Los esposos Braine siguieron viajando lo más rápidamente que pudieron. Cuando finalmente llegaron al río, vieron que éste estaba desbordado a causa de la abundante lluvia.
Aún llovía, y ya era casi de noche.
“No hay caso —dijeron sus ayudantes, mientras trataban de conducir los bueyes asustados a través del agua—. No podremos cruzar este río desbordado”.
Delante de ellos estaban las aguas torrentosas y turbias; detrás, los crueles cafres que muy pronto los alcanzarían. ¿Cómo podrían escapar?
Los misioneros oraron a Dios pidiendo ayuda. Justamente entonces, dos hombres se detuvieron al lado de ellos. Uno preguntó con voz suave:
“¿Quieren cruzar el río?” El Sr. Braine contestó: “Sí, queremos llegar a la aldea del cacique esta noche, pero el río está tan crecido que no podremos cruzarlo”.
“Nosotros los haremos cruzar”, contestaron los desconocidos. Dijeron a los misioneros que se sentaran y que se quedaran completamente quietos.
Luego tranquilizaron a los espantados bueyes, y guiaron el carro a través del río.
Cuando el carro llegó a la otra orilla, el misionero y su esposa se dieron vuelta para agradecer a los hombres por su ayuda.
¡Pero no estaban allí! Habían desaparecido tan misteriosamente como llegaron.
La Sra. de Braine miró a su esposo y dijo: “¡Sin duda eran ángeles! Dios los envió para salvarnos la vida”.
Su esposo movió afirmativamente la cabeza y repitió suavemente la promesa de la Biblia: “El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen y los defiende”.
Con Dios a lo largo del sendero,siempre con su compañia,. No te olvides, que el siempre estara junto a ti.
DIOS LES BENDIGA GRANDEMENTE
RECOMIENDA A TODOS TUS AMIGOS