En mi vida, en mi tiempo, en mi alma
en mi cuerpo, en mis sentidos, en mi corazón
hacía falta el toque mágico, la chispa, el aura
que da el amor.
A cada paso, cada mirada, cada suspiro,
a cada página de mi diario personal, mi propia voz,
en cada caminata vespertina por la playa, el parque o el bosque
estaba solitaria yo.
Pero encuentra la forma cada vacío
cada número impar, cada letra de canción,
de llamar por instinto a su contenido,
a su par y a su son.
Inventan el modo el espacio infinito, el tiempo sobrante
de ser llenados en cada minuto y rincón
con aquello que saben que, como el agua,
será dueño y señor.
Por eso las dudas y los temores de mi mente
propios del tiempo previo a la primera vez,
que parecían presagios terribles y tristes
no tenían razón.
Y cuando llegaste, flotando en tiernas melodías de luz
y con sonrisas juguetonas y dulces nos miramos los dos,
cuando mis labios y tus labios se rozaron…
¡Ya te amaba yo!